Este artículo fue traducido por Maya Rosenberg desde un reportaje original de Sofia Garay. To read this story in English, click here.

La Universidad de Maryland está instalando máquinas dispensadoras de productos de higiene femenina en 25 edificios para el semestre de otoño, una decisión que viene tras años de activismo estudiantil para aumentar la accesibilidad a estos productos en el campus.

Desde otoño 2019, un grupo de estudiantes han presionado por una solución a la “pobreza menstrual” en la universidad. Los estudiantes se enfrentaron con obstáculo tras obstáculo para ver sus metas convertidas en realidad.

El esfuerzo empezó cuando un grupo de seis estudiantes formaron una organización llamada Get Ovary It en 2019. La organización fue resultado de un proyecto de grupo, en el cual se le encargó a los estudiantes de una clase de comunicaciones con crear una solución viable a un problema en el campus.

“Y creo que lo peor y más revelador que aprendí a lo largo de esto es que el centro de salud reparte cajas de condones a los consejeros residentes … pero no reparte cajas de tampones”, dijo Hailey Chaikin, estudiante de último año de comunicaciones y la fundadora de Get Ovary It.

Ese mismo semestre, Get Ovary It empezó a poner canastas de productos menstruales en los baños alrededor del campus.

Después de la respuesta positiva de esa iniciativa, Get Ovary It solicitó una subvención del Student Facilities Fund, un fondo para proyectos que mejoran las instalaciones del campus, para poner dispensadores en 15 baños a través del campus. El grupo negoció con los administradores del Student Facilities Fund, dijo Chaikin, y terminaron prometiendo $20,000 con la condición que también recaudaran $20,000.

Luego, con el arribo de la pandemia, el proyecto se detuvo por completo cuando los administradores cancelaron los fondos, dijo Chaikin.

“Eso fue muy frustrante porque ya habíamos hablado con todos y teníamos todos a bordo”, dijo Chaikin. “Estamos en medio de la recaudación de fondos, y nos quitaron todo”.

Josie Shaffer, ahora la vicepresidenta del Student Government Association, la asociación gubernamental estudiantil, se responsabilizó y ayudó al proyecto a cobrar fuerza.

Shaffer, la presidenta de entonces del Student Facilities Fund, se reunió con cada miembro de la administración que pudo para recibir más fondos para el proyecto. A menudo, se reunía con un administrador que aceptaría proporcionar fondos, sólo para que posteriormente cambiaran de opinión.

Finalmente, Shaffer se pudo reunir con administradores del departamento de manejo de instalaciones. Sin embargo, no tenían la autoridad para financiar el proyecto, por lo que la aprobación final tendría que venir del presidente de la universidad, Darryll Pines.

En el verano de 2020, dijo Shaffer, el SGA lanzó una encuesta para evaluar la necesidad de los dispensadores. Alrededor del 87 por ciento de las encuestadas dijeron que habían estado en una situación en la que les llegó su menstruación en el campus y no tenían ningún producto menstrual, dijo Shaffer.

“Fue emocionante ver a tantos estudiantes que estaban apasionados sobre este problema, y entonces me di cuenta de que esto es algo por lo que vale la pena luchar”, dijo Shaffer.

Un dispensador de productos menstruales en un baño del Edward St. John Learning and Teaching Center el 7 de septiembre de 2021. (Julia Nikhinson/The Diamondback)

Luego, durante una reunión de gabinete del SGA, Dan Alpert, el anterior presidente de SGA, explicó que había un excedente de dinero debido a que los fondos no se utilizaron durante la pandemia. Shaffer propuso usar algunos de los fondos excedentes para apoyar el proyecto de productos menstruales.

El SGA distribuyó $48.000 al proyecto, y el Student Facilities Fund también prometió $7.500, dijo Shaffer. Esta financiación permitió que el proyecto creciera a 25 dispensadores en todo el campus.

La financiación también les permitió extender el programa piloto a tres años. Después de que termine el programa piloto, el SGA le presentará el proyecto a Pines para tratar de recibir fondos consistentes y continuar el proyecto.

El dinero del SGA está financiando el proyecto actual, por lo que Pines no tuvo que dar su aprobación.

Una vez al mes, se recopilan datos para rastrear cuántos productos se están utilizando y qué dispensadores son los más populares.

“Creo que es muy especial. Estoy tan feliz de que cada vez que lloré porque una reunión salió mal valió la pena”, dijo Shaffer.
La Dra. Jessica Mathiason, profesora asistente de investigación en el departamento de estudios de mujeres de esta universidad, dijo que está interesada en ver a dónde va el proyecto.

Mathiason agregó que existe un estigma en torno a la menstruación porque la sociedad a menudo ve “el cuerpo neutro como intrínsecamente masculino”.

“Si pensáramos en todos los cuerpos que potencialmente menstrúan y necesitan productos menstruales, entonces esos productos estarían disponibles al igual que el papel higiénico está disponible”, dijo Mathiason.

El acceso a los productos menstruales ha sido más difícil durante la pandemia. Según un estudio realizado por Thinx y PERIOD, el 23 por ciento de adolescentes han tenido dificultades para pagar productos para la menstruación, y el 16 por ciento reportaron que escogieron comprar productos para la menstruación por sobre comida y ropa durante la pandemia.

“Así que eso es un problema de salud y seguridad, tanto como el acceso a la educación”, dijo Mathiason.

El año pasado, estudiantes que recibían productos menstruales de sus escuelas secundarias, similares a la gente que recibe almuerzos gratuitos, no pudieron obtener esos productos por la pandemia, dijo Mathiason.

Y aunque Mathiason está contenta con la iniciativa, dijo que se debe publicitar de manera efectiva “para que los estudiantes puedan simplemente encontrar estos dispensadores y acceder a estos productos y saber que existen”.