Este artículo fue traducido por Soribel Almonte desde un reportaje original de Lizzy Alspach. To read this story in English, click here.
Velas, cempasúchil, fotos, y notas adhesivas adornaron la mesa del segundo piso del Woods Hall en la Universidad de Maryland la primera semana de noviembre.
La ofrenda, un altar usado para honrar a los difuntos seres queridos el Día de los Muertos, es una parte esencial en la celebración de esta tradición. Andrea López, una profesora asociada del departamento de antropología de esta universidad, creó el altar en Woods Hall para unir a miembros de la comunidad en la universidad para lamentar y sanar sus recientes pérdidas y traumas.
“Un altar puede ser una linda manera de crear una comunidad y pausar en un momento de duelo colectivo”, dijo López. “Pensar en el duelo colectivo viene, esencialmente, como una reflexión a nuestros compromisos de honrar a personas que hemos perdido, ya sea familiar u otros tipos de comunidades”.
El Día de los Muertos es generalmente celebrado en los primeros dos días de noviembre y es una de las tradiciones más importantes en varios países de Latinoamérica como México, El Salvador, Ecuador y Bolivia. La tradición honra y recuerda seres queridos que han fallecido con comida, calaveras de azúcar y altares.
López mandó un correo electrónico a estudiantes, empleados y facultad del departamento de antropología el 30 de octubre, animándolos a dejar fotos, flores o recuerdos para honrar a las personas que han perdido u otras cosas que quisieran recordar.
López también quería animar a personas que no estuvieran familiarizadas con la tradición a participar. Ella dejó notas adhesivas con Sharpies en el altar, asiéndolo “más asequible” para las personas que quisieran dejar un nombre o mensaje en la ofrenda, dijo López.
Joanna Wahmhoff, una estudiante de antropología y criminología y justicia criminal de último año nunca había celebrado El Día de los Muertos antes y no estaba familiarizada con la tradición. Wahmhoff visitó el altar el primero de noviembre después de haber recibido el correo electrónico de López.
Wahmhoff dejó una foto de su fallecido perro de la infancia, Chumly, en el altar. El altar brindó una oportunidad de honrar algo que fue importante para ella mientras fomenta una conexión con la comunidad, dijo Joanna.
“Participar en el proceso del duelo como una comunidad es una manera muy humana de hacerlo y crea conexiones con otras personas, a pesar de que no las conoces”, dijo Wahmhoff. “Tengo una conexión con estas personas porque todos hemos sufrido una pérdida de alguna manera o forma”.
Para Barnet Pavão-Zuckerman, la directora del departamento de antropología, la ofrenda ha sido un “gran éxito” y una hermosa añadidura al espacio del departamento.
Ella dejó fotos de su madre y su padrastro, quienes fallecieron en el 2015, y botones hechos por estudiantes de uno de sus difuntos colegas de la universidad de Arizona.
“Ha sido muy sanador”, dijo Pavão-Zuckerman. “La ofrenda puede ser un recordatorio de lo hermosa que es la vida, y lo hermoso que es vivir el duelo”.
Desde que fue construida el 31 de octubre, Pavão-Zuckerman ha notado nuevas caras y añadiduras al altar.
“En cierto punto ha crecido de forma orgánica”, dijo Pavão-Zuckerman. “Cada vez que pasamos por la ofrenda, algo ha sido incorporado y realmente es una historia compartida. Es muy conmovedor”.
El altar se quedará por una semana — lo cual es más tiempo que los días en los que se celebra El Día de los Muertos — para darle tiempo a la comunidad de reflexionar sobre las varias memorizaciones, de acuerdo con un correo electrónico del departamento de antropología.
Emiliano Campos, un estudiante de postgrado estudiando antropología, dijo que dejar el altar por más tiempo que los dos días usuales de celebración facilita a que los estudiantes de postgrado, facultad y otros que no están en campus todos los días puedan participar en la ofrenda, dijo Campos.
Aunque este es el primer año en que López ha creado un altar, muchos esperan que el departamento continúe con la tradición en el futuro.
“Creo que vamos a estar haciendo esto por un largo tiempo”, dijo Pavão-Zuckerman. “Las personas se detienen, pausan y miran las fotos y los nombres y creo que es algo hermoso”.