Este artículo fue traducido por Mónica Godnick desde un reportaje original de Parker Leipzig. To read this story in English, click here.

Sam DiBella dijo que se sintió más seguro como estudiante en la Universidad de Maryland el año pasado por el mandato de usar la mascarilla KN95 en las aulas. El estudiante de un doctorado dijo que le sorprendió la elección del momento de la nueva política que hizo que el enmascaramiento en las aulas fue opcional.

“Al anunciar esto el jueves o viernes antes de las clases, se sintió más como una forma de asegurar que esto sucedería independientemente de las opiniones de los estudiantes, empleados y la facultad en vez de una forma responsable de anunciar esta noticia”, dijo DiBella. “Si le hubieran dado tiempo a las personas y si se hubieran molestado en preguntar qué pensaban los estudiantes, empleados y la facultad sobre esto, no creo que hubieran implementado [la política] de esta manera”.

DiBella es uno de los empleados de la universidad que expresó su decepción con la decisión de la universidad de eliminar la norma que requiere a los estudiantes que usan las mascarillas KN95 masks en las aulas días antes del comienzo del semestre del otoño.

El director del centro de salud de la universidad, Spyridon Marinopoulos, envió un correo electrónico levantando el mandato de mascarilla el 24 de agosto.

El correo electrónico aún se recomendó a la comunidad del campus que usara mascarillas KN95 en los ambientes cerrados.

DiBella, el director de comunicaciones de Estudiantes Empleados Audaces (Fearless Student Employees), dijo que la transición de eliminar el requisito de las mascarillas en clases también lo impactó porque otras universidades en el área todavía no han levantado sus mandatos de mascarilla.

Las Escuelas Públicas del Condado de Prince George reinstauraron el mandato de mascarillas para estudiantes y profesores el 15 de agosto, lo cual revirtió la decisión de julio de hacer que el uso de mascarilla sea opcional. Sin embargo, la directora ejecutiva de las Escuelas Públicas del Condado de Prince George, Monica Goldson, abolió el mandato de mascarilla restablecido el 6 de septiembre.

DiBella también dijo que los empleados de la universidad, incluyendo a los estudiantes de posgrado que se desempeñan como asistente de enseñanza para recibir un estipendio, van a sufrir debido a la política enmendada de la universidad.

Si dejo de ser asistente de cátedra, entonces me dejarían de pagar y no puedo hacer eso”, dijo él. “Por lo menos para la facultad y los estudiantes de posgrado, en el caso que intentaramos impugnar en nuestros salones de clase o en nuestros espacios de trabajo, esta política no es realmente posible porque nuestros trabajos y medios de vida estarían en riesgo también”.

Otros miembros de la facultad resonaron con esa declaración. Matthew Miller, un profesor asistente en el Instituto Roshan de Estudios Persas, dijo que la anulación del mandato de mascarilla de la administración le asustó porque él tiene miembros de la familia que están en la categoría de alto riesgo que pueden sufrir si ellos se infectaran con el COVID-19. 

Miller es el director del comité de finanzas del cabildo de la universidad de la Asociación Americana de Profesores Universitarios (American Association of University Professors). Él dijo que los miembros del cabildo mandaron una encuesta para tener una idea de cómo la mayoría de ellos se sienten con el cambio de normas. 

Según la investigación del grupo, de las 382 respuestas que recibieron, 67.8 por ciento dijeron que preferían el uso obligatorio de mascarillas en el salón de clases, y 16 por ciento dijeron que por lo menos querrían que se implementaran las mascarillas en la clase si profesores o estudiantes lo solicitan.

“En última instancia, en este tipo de decisión general de eliminar todas las protecciones de mascarillas, no hay una preocupación adecuada para lo que esto significa para los miembros de la comunidad con condiciones de salud precarias”, dijo Miller.

Todd Holden, el presidente de AFSCME, que representa a los empleados de esta universidad, dio una declaración sobre los sentimientos de los empleados esenciales de la universidad en relación al uso no obligatorio de mascarillas en todo el campus.

Como una organización democrática, los miembros de AFSCME Local 1072 naturalmente tenemos cierta diversidad de opinión sobre el fin de los requerimientos de mascarilla en este momento en particular,” dijo Holden. “En consideración de nuestros trabajadores con problemas de salud o del COVID prolongado, de los trabajadores con miembros de familia que necesitan protecciones y de los trabajadores que simplemente no pueden permitirse enfermarse, la administración debería reconocer que la pandemia aún presenta riesgos que se deben abordarse responsablemente”.

Gabrielle Tillenburg, una estudiante de doctorado en el departamento de la historia del arte y arqueología en su primer año, dijo que debido a su asthma, se preocupa que la mayoría de los estudiantes que ya no usen mascarillas, especialmente en aulas grandes.

Tillenburg contrajo COVID-19 dos veces durante el verano pasado, lo que, según ella, actuó como una llamada de atención de que las distintas cepas pueden afectar a las personas de maneras diferentes, especialmente a los que tienen condiciones médicas preexistentes.

Ella dijo que las personas con problemas de salud severas pueden sentirse incómodas cuando la mayoría de los estudiantes en clases grandes no usan mascarilla.

Entonces se trata de proteger a los demás frente a protegerse a uno mismo”, dijo Tillenburg. “Y creo que la política que el Presidente Pines implementó nos dice… ‘Estás a cargo de protegerse, la universidad no se responsabiliza por hacer eso’”.

Rob Patro, un profesor asociado del departamento de informática, dijo que esta universidad no es la primera en cambiar sus políticas sobre las mascarillas y que es probable que probablemente otros factores influyeron la decisión, incluyendo las presiones externas.

“No creo que esto sea el único tipo de mala decisión de Maryland”, Patro dijo. “Creo que es una decisión muy extensa de muchas instituciones de educación superior y creo que la presión social probablemente contribuyó a la decisión que fue tomada”.